Hoy vamos a hablar de uno de los más grandes compositores españoles: Enrique Granados, y de su trágico final.
Dotado de un increíble talento para la música, con sólo 10 años ofrecía sus primeros recitales. Debido a las dificultades económicas que atravesaba su familia, tuvo que compaginar los estudios con su trabajo en diferentes cafés de Barcelona.
La suerte le sonríe algo más tarde y puede dedicarse por completo a su carrera logrando grandes éxitos como compositor.
Uno de estos éxitos fue su suite para piano Goyescas, que motivó un encargo de la Ópera de París. Granados viaja a Suiza para terminar el trabajo, pero una vez finalizado, las circunstancias políticas han cambiado en Europa: debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, su ópera no se va a poder estrenar en Francia.
En ese momento recibe una nueva oferta: el Metropolitan Opera House de Nueva York se ofrece a estrenarla.
Granados había tenido toda su vida una gran aversión al mar, y el ambiente bélico mundial no contribuía a calmar su ansiedad. Pese a todo, acompañado de su esposa se hace a la mar, no sin antes bromear acerca de la travesía: “En este viaje dejaré los huesos”.
Tenía razón para estar nervioso: durante el viaje su barco es interceptado por un destructor para una verificación, que, a pesar de resolverse sin mayor problema, consigue aumentar la angustia en los pasajeros.
Finalmente llegan a Nueva York, donde el estreno de su ópera obtuvo un éxito rotundo. El público le dedicó una larguísima ovación, y en ese momento Granados sintió que todos sus sueños se realizaban.
Su gran popularidad, no obstante, fue la causa indirecta de su muerte, ya que debido a ella debieron posponer el viaje de regreso: fueron invitados a una recepción en la Casa Blanca y para asistir debieron cambiar los pasajes de vuelta.
La fatalidad quiso que el barco en el que finalmente viajaron fuera torpedeado por error por un submarino que partió el casco por la mitad. La proa se hundió inmediatamente, y, aunque los camarotes del matrimonio se encontraban en la popa, ellos en aquel momento estaban en el otro lado del barco.
Enrique saltó al agua y fue recogido por una lancha, pero una vez en ella vio a su mujer entre las olas y se lanzó a rescatarla, muriendo los dos, truncando así, además de sus vidas, la carrera de uno de los músicos más importantes que ha dado este país.