Esta es una cuestión que me plantean muchas veces: ¿Disfrutamos más la música cuando nos la explican o perdemos parte de su esencia al analizarla?
Como siempre, la respuesta no es sencilla, y depende de varios factores, así como de la personalidad de cada uno.
Cuando algo nos llama la atención, hay una tendencia natural en el ser humano que es tratar de entenderlo, de ahí los “¿Por qué?” de los niños. Esa curiosidad innata es parte de nuestra esencia y nos ayuda a desenvolvernos en el entorno que nos rodea de forma segura, ya que nos permite comprenderlo y evita que nos sintamos permanentemente ante una realidad que nos es desconocida.
Pero por otro lado, la capacidad de asombro que poseen los niños, esa forma de sentir que estamos ante una especie de milagro que suele preceder al “¿Por qué?” es algo maravilloso que vamos perdiendo con el paso de los años y que deberíamos esforzarnos por mantener.
En este último punto podemos incluir la sensación que tenemos al escuchar una música que nos encanta cuando no sabemos nada de teoría musical, ni de lenguaje o instrumentos. Sencillamente nos limitamos a disfrutar y a asombrarnos. No hace falta más.
Pero en algunas personas sigue presente el niño que acto seguido pregunta “¿Por qué?” y son ellos los que suelen tratar de buscar algunas explicaciones que les permitan responder alguno de esos “¿Por qué?”
Al analizar la música pierdes esa capacidad de asombro inicial ante lo desconocido, comienzas a entenderla y a disfrutarla de una forma diferente, y aparecen mil nuevos “¿Por qué?” que seguirás queriendo analizar para responder.
De forma que, efectivamente, tras estas explicaciones perdemos el poder disfrutar la música de una forma ingenua y directa, pero creo que a cambio conseguimos entrar en un universo mágico donde descubrimos que el camino es infinito y las posibilidades ilimitadas, de forma que tras ese primer “¿Por qué?” vienen otros muchos que nos siguen maravillando igual que el primer día.
Como dije al principio, la respuesta no es sencilla, algunas personas siempre querrán entender los secretos de la música un poco más, llegar un poco más lejos, mientras que otras desearán mantener la inocencia de la primera escucha.
Lo que es seguro es que en cualquiera de los dos casos lo que permanece al final siempre es la música, así que disfrutémosla, cada uno a nuestro modo, pero disfrutémosla.
Hola!
Creo que hay dos formas de amar la música. Una es a través del camino del corazón o del sentimiento. A través de ese camino nos acercamos a la música desde el desconocimiento de la teoría musical. En vez de acercarnos a la música, es ella la que nos toca en el alma sin necesidad de esfuerzo por nuestra parte. Por esta vía se puede obtener un gran placer y abandonarnos a lo que la música nos sugiere de forma intuitiva.
El Segundo camino es el de la mente, este camino es más arduo y pedregoso, más difícil de alcanzar. Para ello son necesarios la voluntad y el estudio. Un camino solo al alcance de unos pocos, los iniciados, y que conlleva captar el sentido original que subyace tras obra del artista.
Yo desde mi adolescencia me acerco a la música a través del primer camino aunque me habría gustado disponer del talento necesario para hacerlo por el segundo.
Gracias por darnos a los seguimos, con los ojos vendados, el camino del corazón la oprtunidad de vislumbrar la magia del mensaje musical. Gracias por tan valioso regalo.